El libro llegó a Transmilenio gracias a las Bibloestaciones, unas pequeñas bibliotecas públicas que prestaban libros y hacían recomendaciones a las personas que utilizaban este transporte. Este programa inició en el 2008 en compañía de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. Las primeras Bibloestaciones se ubicaron en las estaciones Portal Américas, Usme, Suba y Sur, Ricaurte y Av. Jiménez.