Por: Arletis Ramírez Manyoma
Profesional del área de formación Fundalectura
Míster Mak Rule era un chombo
Panadero en Andagoya
Le llamaban Maquerule
Se arruinó fiando mogollas
Póngale la mano al pan Maquerule
Póngale la mano al pan pa’ que suba
Cocorobé, Cantos y Arrullos del Pacífico Colombiano.
Si usted va a Istmina, cerquita a la orilla del Río San Juan, y pregunta por los Manyoma, se encontrará con que la mayoría de las mujeres jóvenes de esa casa, incluyen la palabra gloria en sus nombres: Glorian Stacy, Glorianny, Gloria Marcela, Gloria Facunda, Gloria Segunda. La palabra gloria, que muy tarde se asomó por esa familia, es utilizada como símbolo de esperanza y proviene de la creencia de “nombrar las cosas para que sucedan”. Una clara muestra de que, en el Chocó, los nombres están asociados con la oralidad.
En el Pacífico colombiano, los apellidos son una huella directa de la historia de la región y de los procesos de colonización, esclavización y mestizaje que marcaron a las comunidades, quienes después de haber sido desarraigados de sus territorios, dotan de vital importancia a ser nombrados para sentirse situados en el mundo. Reflexionemos un poco sobre cómo en ciertos territorios del Pacífico, la escogencia del nombre, de los sobrenombres y los apellidos, no solamente están relacionados
con un pasado colonial, sino que también se asocian con ejemplos de alegría, resiliencia y resistencia.
Una de las decisiones más importantes es poner el nombre a los hijos, me dijo un tío, próximo al nacimiento de su primogénito, que él, no le pondría un nombre que estuviera relacionado con el suyo o con el de su padre, porque el nombre es una de las decisiones más importante que se toma siendo padres, repetía mi tío, mientras que, a mí, me parecía exagerado. Pero la explicación posterior, tomó un mayor sentido después.
“Colocarle el nombre mío, sería pasarle mi historia, y la de su abuelo, con quien compartimos la sangre y el nombre también. Otro Casimiro en la familia, cargará con la suerte de los dos anteriores”. Entonces, con toda posibilidad a su favor de llamarlo: Casimiro, Leoncio, Leonidas, Devinson, Graciano, como a los demás miembros varones de la familia. Decidió ponerle, Alexander, a su hijo, mi primo. Una nueva vida, decía el tío.
Algo común de hallar entre las y los chocoanos, es que las personas suelen tener dos nombres, donde uno nace de una composición y el otro suele ser más común. Eso no quiere decir que para ser chocoano haya que cumplir ese requisito, pero es importante mencionar que, para la chocoanidad, la escogencia del nombre es un acto tan profundamente pensando que ha logrado convertirse en ocasiones, en un ritual, que está cargado de simbolismo, tradición y significados.
Si no lo trae el nombre, lo trae el sobrenombre, era el caso de Camilo “Carampaima” Ramírez, chocoano alegre y bondadoso de corazón, quien hace poco murió, y de no haber sido por sus dificultades mentales, habríamos ganado un gran líder comunitario. De tanto que quería a la gente y la gente lo quería a él, su entierro duró más de dos días seguidos. Cuando Nhorani, nació. Cuenta mi mamá, que por allá finalizando los ochenta, su nombre “alborotó” a casi todo Istmina, ella es la combinación del amor entre Nhora y Anilio, dos profesores conocidos y queridos del pueblo. Muchas madres quisieron “apropiarse” de ese nombre, pero por pena no se atrevieron, después de la amiga Nhorani, una cantidad de niñas fueron llamadas: Noraidy, Noraimy, Norailis, Nhorainy, Nhoreimi, Noryalis, pero difícilmente encontraremos otra Nhorani.
También tuvimos al señor Yudnan, hijo de Yudy y Hernando, médico importante que trabajó en el primer hospital de Tadó. Lo leí alguna vez, a la entrada de ese lugar.
Los nombres y sobrenombres no son neutros; llevan historias, deseos, memorias, homenajes o atributos. Escoger un nombre es, en muchos casos, un acto de protección, bendición o invocación de cualidades que se espera que la persona encarne[1]. Lo mismo sucede con los apellidos, y en el Pacífico, son una huella viva de la memoria histórica, la resistencia y la identidad cultural de las comunidades negras. Estos no solo identifican a una familia, sino que guardan un vínculo con los procesos de esclavización, liberación y sincretismo que marcaron la vida de los africanos traídos a América desde el siglo XVI[2].
Del viejo adagio que reza: “Lo que no se nombra, no existe”, también deviene en que “Lo que no se nombra, también condena”. Los Angola, Los Manyoma, Los Mina, Los Balanta, Los Carabalí, Los Arrechea entre muchos otros más, son apellidos de origen africano, que se conservan hoy en día, provenientes de tribus nigerianas, camerunesas, angoleñas o guineanas[3], sobrevivientes de la diáspora y ejemplo vivo, de la importancia de nombrar lo que alguna vez intentó ser borrado. Debido a que el abuelo Casimiro, emigró de Buenaventura y se casó con la abuela Leoclisia en Istmina, los Manyoma concentrados mayoritariamente en el norte del Cauca, se extendieron hacia el sur del Chocó, y a causa de ese exilió, la relación con los otros Manyoma nunca se consolidó. Hasta tuvimos un tío famoso, que no logramos conocer. El apellido, eso sí, resuena de vez en cuando en el repertorio de un grupo musical que lleva como nombre la marca de una salsa de tomate.
Me sucedía con “Yupito”, que era el apodo del novio de una amiga, que me causaba mucha, muchísima risa oírlo, eso a mis nueve años, porque ahora en mis treinta tres, el humor se volvió más básico. Le decían así, porque de pequeño le gustaba mucho el “Yupi”. Él tiene una hermana llamada Daniak, que significa: “Paz en la aldea”. Ambos han sido nombrados y renombrados desde lo simbólico, desde lo jocoso y principalmente desde la concentración de los afectos. Así como todos esos nombres y sobrenombres anteriormente mencionados nos hablan de la historia de familias y comunidades, sería interesante preguntarse también sobre, ¿cuánto sabemos de nuestros apellidos?
Libros recomendados:
Arango Melo, Ana María. Cocorobé, Cantos y Arrullos del Pacífico Colombiano. Libro al viento. 2013.
Mora Monroy, Siervo Custodio. Breve estudio sobre Apellidos y Nombres Propios de Persona en Colombia. 1976.
[1] Extraído de: https://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/31/TH_31_003_132_0.pdf. Breve historia de los nombres y apellidos en Colombia
[2]Extraído de: Breve estudio sobre apellidos y nombres propios de persona en Colombia. Breve historia de los nombres y apellidos en Colombia
[3] Extraído de: https://www.familysearch.org/es/surname?surname=Manyoma